¿Recuerdas cómo te sentiste la primera vez que tuviste que enseñar? Puede ser que fuera solo a una persona o a una clase entera. No importa si fue a niños o a adultos. En mi caso, tenía 13 años, fue a niños de Infantil y estaba un poco-mucho nerviosa.
En aquel tiempo nadie me había enseñado cómo hacer. Me dieron el librito con las lecciones y allí me pusieron después de estar unos días viendo cómo lo hacía la maestra que estaba. Agradezco mucho esa oportunidad que se me dió ya que Dios la usó para mostrame cuál iba a ser mi ministerio y lo que iba a disfrutar. Sin embargo, me sentí bastante perdida sobre cómo se suponía que tenía que hacerlo.
Así que después he ido formando y aprendiendo sobre cómo enseñar mejor y desarrollar el don que Dios me ha dado: cómo buscarle, qué métodos usar,… Comencé primero por mi cuenta con libros o en talleres (en aquellos años no había internet) y más tarde, con los estudios del seminario y en distintos cursos.
La preparación es importante para desarrollar mejor los talentos y dones que Dios nos ha dado. No digo que sea lo más importante porque no puede sustituir la relación personal con Dios, pero tiene su importancia. Es por eso que una de las secciones de este blog es de Formación.
Este apartado tiene como objetivo la formación y el desarrollo de contenidos para ayudar y apoyar a aquellas personas que tienen que enseñar la Biblia a terceros. Ya sea como parte de su ministerio o en un momento puntual; ya sea a adultos, jóvenes, adolescentes o niños. Aparecerán temas tales como la persona del maestro, métodos varios, cómo preparar una lección, cómo aprende el niño, cómo aplicar la verdad bíblica, …
¿Y AHORA QUÉ?
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Gracias.
Imagen cortesía de Asier Gallastegi Fullaondo en Flickr.